El andén del metro estaba abarrotado, como siempre en los días previos a la navidad, la gente ajena los unos a los otros.
Yo bajaba abriéndome paso en las escaleras mecánicas. Sé que llevaba el brillo radiante del sol en mi cara, porque siempre me lo has dicho: “eres transparente”. Y ahora a través de mis transparentes ojos verdes solo podía verse el amor que había hecho posible nuestro pequeño milagro.
Ponía el pie en el último peldaño, cuando el convoy del metro en el que llegabas tú, hizo su entrada en la estación.
Mucho antes de que se abrieran las puertas, nuestras miradas ya se habían encontrado, luego nos abrazamos, yo comencé a llorar y tú empezaste a reír. Estuvimos riendo y llorando, llorando y riendo hasta que pusiste tus manos en mi vientre y me diste un beso en él, con una expresión infinitamente dulce que debías tener guardada para el momento en que ese corazoncito nuevo latiera dentro de mí.
Entonces un silbato resonó en las bóvedas húmedas de los túneles y nos devolvió a la realidad del andén. Abarrotado, como siempre en los días previos a la navidad, la gente ajena los unos a los otros.
Asun©22 de Agosto de 2011
Este es mi relato de Esta Noche te Cuento para el mes de diciembre, si quieres comentar puedes hacerlo
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