La lluvia había dejado la calle limpia y el agua reflejaba
el insolente color rojo de los geranios en los balcones. Todo era fresco y
nuevo, quizá había pasado el tiempo suficiente para curar heridas. Quizá su
corazón, florecido como las macetas de sus vecinas, había dejado hueco para
algo más que tristes recuerdos. Llegó a la temida esquina vio su sombra
jugueteando como jugaba ella aquél día. Esta vez la silueta oscura se detuvo y aunque
su cabeza seguía vuelta hacia ella sus piernas iniciaron una marcha lenta. Comprendió
que sería la última vez que la viera, como también sería la última ver que
rememorara la imagen de él huyendo amparado por su paraguas hasta desaparecer en
la soledad de la calle vacía.
Adiós infancia
perdida, dolor, miedo, recuerdo de inocencia robada entre lluvia, oscuridad y
adoquines.
Descubrió
un pequeño charco que supo hecho de lágrimas. Se agachó, mojó sus dedos y a
modo de despedida acarició con ellos la mejilla pétrea de su pasado.
©Asun 02/03/18
Relato para ENTC inspirado en esta foto de Tom Waterhouse , puedes comentar AQUÍ
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