Marianita, la blanca, estaba a un paso de arder en la hoguera.
Al filo de las doce de la noche del último día del año, con la última campanada del reloj de la catedral, comenzaría la danza del fuego.
Quizá su destino estuvo escrito el mismo día en que nació.
Demasiado blanca para su clase. Delicada y dulce hasta desesperar. El amo dudó de su paternidad. Semejante birria de niña no podía ser de su cosecha, aunque tampoco parecía hija de esa poderosa jaca que era la Mariana.
Marianita creció a golpes, porque el amo cerraba los ojos para no ver su fragilidad y la trataba peor que al resto de sus criados. Ella etérea y liviana lo resistía todo.
A los 15 años era hermosa, su tez no se había oscurecido un ápice y su cuerpo aunque menudo, tenía proporciones justas para enloquecer.
El amo perdió la compostura por ella y su hijo Rodrigo, perdió mucho más, el entendimiento entero.
¡Bruja! Acusaron públicamente. ¡Bruja! La niña era capaz de arrebatar almas y conciencias, guiada sin duda por el maligno. Así resolvieron tan incómoda situación.
31 de diciembre, noche cerrada.
Marianita, la blanca, daba su último paso hacia la hoguera.
Imagen de la red
El fuego siempre ha servido para engañar conciencias.
ResponderEliminarSuerte Asun. Besos.
Pues si, Miguel, cuántas Marianitas acabarían en él.
EliminarAfortunadamente hoy no se quema a nadie.
Un abrazo
Muy bonito tu cuento Asun. Como siempre, cuando no se puede entender al otro, se le machaca o c¡simplemente, se le quema como es el caso. Felicidades.
ResponderEliminarBesicos muchos.
Pues es verdad, a veces se inventan historias para acabar con alguien, simplemente porque es diferente o tiene algo especial.
EliminarEsperemos que nunca tengamos que afrontar nada parecido.
Un abrazo.y Felices Fiestas
La diferencia provoca miedo al cobarde y al ignorante y genera curiosidad al valiente y al sabio.
ResponderEliminarCrudo cuento, pero, como siempre, muy bueno. Me alegra que sigas al pie del cañón.
Un saludo cariñoso
Hola, cuánto me alegro de verte por aquí. Debería darme una vuelta por tt para recordar a tanta gente buena que conocí allí.
EliminarNo te creas que sigo al pie del cañón, hago un para de cosillas al mes por obligarme, pues el tiempo sigue siendo mi enemigo.
Un beso grande