Esta vecina mía es increíble. No sabe lo mucho que tengo que agradecerle las tardes que compartimos, lo disfraza de manera que parece que es ella la que me necesita, pero las dos sabemos que sin su manera de ser, yo estaría hundida aún, en la noche sin fin de la partida de mi marido.
Me hace sentir como una niña, o como la adolescente a punto de cumplir los 18, con toda la juventud e ilusión por delante. Con la certeza de que lo mejor está por llegar.
Esta mañana me he cruzado con ella en la escalera y entre resoplido y resoplido, le he hecho notar lo bien que la encontraba. Ella con sus palabras siempre acertadas me ha resumido su filosofía de vida.
– Mira niña, cada día para mí es ya un día regalado. Pero es verdad que hoy estoy muy bien. ¿Y sabes por qué? Porque no dejan de pasarme cosas buenas.
– ¿Si? Qué suerte tiene usted.
– La misma que tú, tienes que admitir que has mejorado mucho, estás más tranquila. La vida a ti, como a mí, nos está sonriendo. Y el cuerpo como el corazón, se alimenta de las cosas buenas que nos ocurren.
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Que bonito...y es verdad, cada dia es un regalo...y no dejan de pasarnos cosas buenas, esta claro que lo dificil es enfocarlo bien.
ResponderEliminarUn beso Asun...ya sabes a quien me recuerda este relato 😉
Belén, tu conoces muy bien a esta "vecina" tan entrañable, en realidad es un estracto de uno de los relatos dedicados a nuestra Marcelina.
EliminarBesos
La felicidad está dentro de nosotros pero a veces la matamos con mil exigencias.
ResponderEliminarClaro que sí, Amparo, todos podemos ser felices si sabemos adaptarnos.
Eliminar>Un beso