Algo no iba bien. No era el vestido que le quedaba
perfecto, aunque fuera el de su cuñada que se había casado cuatro años antes.
No eran los invitados, que acudieron a la cita, adecuadamente vestidos, la
emoción pintada en sus caras. Todos la querían y deseaban sinceramente su felicidad.
Igual que su familia. Pero algo no iba bien. ¿Qué pasaba? ¿Qué sensación era
esa? Respiró, se tomó un segundo para responderse. Dejó la mente en un blanco
tan inmaculado como su vestido y contempló la única imagen que se repetía en un
bucle interminable: Una compacta losa cayéndole encima.
Asun©3 de julio de 2015
Imagen de la red
Pues si ya piensa en losa... Mejor que no se case ni se embarque.
ResponderEliminarPero a veces las primeras impresiones no son acertadas. En cualquier caso mal presagio, sí.
EliminarUn abrazo, campeón.
Me encanta como como lo plasmas con ese pizco de intriga, el final da que pensar al lector, esa losa... Un placer, Asun.
ResponderEliminarY un besito. Buenas noches.
Gracias Marina, estoy un poquito desconectada a causa del verano.
EliminarUn abrazo.