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Espero os gusten los pequeños relatos que compartiré, así como lo que me ronde por la cabeza y me parezca importante compartir.


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martes, 17 de julio de 2012

La playa y el ojo (Un tranquilo día en mi playa)


     Hay que reconocer que esta playa está fenomenal. 
Vale que quizá hay demasiadas algas acumuladas en la orilla (hoy superan el medio metro), pero es al principio de la playa nada más. También hay que tener un poquito de cuidado porque una vez dentro del agua y dado que no está demasiado clara, te puedes tragar, digo pisar,  unas rocas que te van a quitar de golpe las durezas y demás lindezas sobrantes de los pieses.

     También es verdad que casi siempre hay unas olas que vamos lo menos que te puede pasar es que no estés en pie más de un minuto seguido y lo más que te arreen tal latigazo que te vayas para el apartamento  con alguna vértebra tocada. Y el aire que empieza como suave brisilla y acaba enterrándote de arena como te quedes un segundo quieto y no te la sacudas. Porque la arena es finísima, un gusto, menos cuando hace aire. Y aire hace casi todos los días, porque si no es de levante es de poniente.

     Pero lo mejor es la gente. Es una playa muy familiar, la gente muy sana, bueno sana en el sentido de buena gente, porque con una media de edad de entre 60 y 70 años, el catálogo de dolores, enfermedades, deformaciones etc. y no digamos el de pastillitas es de lo más completo.

      Así que aquí íbamos toda la familia a darnos un chapuzón y a disfrutar de tantas bondades, la playa y la compañía, cuando lo primero fue conseguir el huequito para plantar la sombrilla, porque claro los abueletes no tienen pereza y para cuando nosotros vamos ellos ya han hecho la gimnasia matutina, han andado sus buenos Km por la orilla, se han  bañado en varias ocasiones y a veces hasta han tomado su fruta de media mañana, que son muy sanos ellos.
     Pero no dejan de ser abueletes y tan entrañables. Así que ya desde lejos me están saludando, ya voy, ya voy, que está muy fría. El caso es que no dejan de mirar para abajo, a la arena del  fondo. No cabe duda, se les ha caído algo. Ya estoy a su lado, les pregunto. Y uno de ellos, al otro no le conozco, me dice que si que se le ha caído a su amigo un ojo.

     Vamos que ocurrencia, estos viejitos, tan graciosos que no saben que decirme para que me ria. Pues nada que lo encuentren, les digo. Y sigo adelante, que parece que hoy no hay tantas olas. Pero como siguen allí parados, me vuelvo y otra vez les pregunto. Y otra vez con que se le ha caído un ojo, y que no se pueden mover porque está allí mismo y lo tienen en sus pies y si se mueven se va a enterrar entre la arena y no habrá quien lo encuentre. Así que me asomo y pongo atención...Bueno no puede ser medio enterrado y mirándome fijamente con su azul vidrioso ahí está el ojo! 
     Menos mal que me repongo pronto de la impresión, y reacciono, me doy media vuelta y veo a mi hija que está jugando con las gafas de bucear, ¡qué suerte! la llamo y viene tan contenta, entonces le digo que mire, que se meta y coja el ojo que se ve en el fondo. Claro, me mira con cara de "mi madre está definitivamente loca", y yo que por favor se dé prisa que el ojo puede perderse en cualquier momento. La niña se asoma y efectivamente ve el ojo pero me mira ahora con angustia por que yo sigo metiéndole prisa y ella está paralizada.
     Así que como no hay tiempo que perder le quito las gafas y me las pongo y cual sirena, foca o ballena, me zambullo y con la máxima delicadeza atrapo entre mis dedos al ojillo, que por fin deja de mirarnos fijamente. Y se lo entrego no al dueño, al otro porque el dueño era como es lógico ciego y había tenido la ocurrencia de bañarse con los ojos de cristal. En fin que quedó muy, muy agradecido, pero sobre todo me hizo prometer que no le diría nada a su mujer, que le tenía muy amenazado con lo que le haría si un día perdía algún ojo, que por lo visto cuestan, no sé cómo habría que  decirlo en este caso, un ojo de la cara.
     Y ya con este final tan satisfactorio continuamos nuestro baño, que el día estaba muy calmadito de aire y de olas.

            Asun® Junio de 2011.

8 comentarios:

  1. asun que seas muy feliz besos carlos

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    1. Gracias, de momento aún no he pisado la playa, a ver si puedo ir.
      Besos

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  2. Bonita y entretenida playa que gas escogido...el relato muy bueno,se dan muchos casos de perdidas de toda indole de instrumento o pertenencias...un besote y a seguir disfrutando.

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    1. Este lo escribí el año pasado, pero la anécdota ocurrió hace cinco, y sigo yendo a esta playa.
      Espero ir pronto que ya tengo mas que ganas, necesidad.
      Besos

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  3. Asun perdona lo mucho que he demorado en visitar tu blog, pero he estado muy liada. Gracias por pasarte y comentar.

    un saludo

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    1. No tienes que disculparte en absoluto, leemos cuando tenemos tiempo, y así debe ser, no representar una obligación, porque entonces nos agobiaría y no tendría sentido.
      Besos.

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  4. Lo mejor que se puede perder en una playa es un mismo... y que pasen los años mientras sigues naufragando en todo lo que eres.

    Un saludo
    http://eltinterodeunaescritoraamparodonaire.blogspot.com.es/

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    1. Amparo, tienes razón, la playa, sobre todo a primera hora de la mañana, cuando todavía la pisan muy poquitos es un sitio ideal para perderse.
      Besos y cuando vuelva a la civilización te visito sin falta.

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