En un principio no sabía qué
decir, era una encerrona y todos me miraban. Estaba en la peor empresa imaginable.
No me gustaba el trabajo, odiaba sus
horarios y por supuesto, me caían fatal todos mis colegas. El jefe que
se llamaba Don Juan era el peor de todos, se había metido en mi vida de manera
imperdonable.
Pero delante de aquél cura, con los compañeros por testigos y con
un irresistible Don Juan a mi lado poniendo delicadamente un diamante en mi
dedo, dije que sí, sí quiero.
No parecían tan odiosos, al final.
Asun©8 de enero de 2017
Imagen de la red
Asun te perdi no se porque, quizas un cabio de blog, pero si te apetece visitarme solo pincha mi lig y te lleva
ResponderEliminarun abrazo
Tranquila, ya he visitado uno de tus blogs, es que no ando yo muy activa ultimamente. Un cambio de domicilio ha tenido la culpa. A ver si ya me instalo definitivamente y retomo todos los contactos y visitas.
EliminarAbrazo
Pon un Juan en tu vida... y si es con un anillo, mejor...
ResponderEliminarSimpático micro.
Un beso, Asun
Rosy el micro es simpático, pero bien sabes que no merece la pena tener un Don Juan aunque sea con anillo de diamantes.
EliminarBesos grandes, grandes
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarA veces lo mejor es dejarse llevar.
ResponderEliminarUn abrazo grande, Asunción